lunes, 26 de noviembre de 2007

Camino a Maine

Edward Hopper


Hopper nació en Nyack, Nueva York, en 1882, un año después que Picasso, pero su biografía artística no tiene nada que ver con el revolucionario pintor español.

Este Autorretrato de Hopper nos muestra la elocuencia de la mirada, del auto-texto, de la visión personal que el pintor hace de sí mismo como otro.

El autorretrato es uno de los géneros pictóricos más elocuentes. La objetivación del artista realizada por él nos muestra una doble mirada al mundo y al sujeto.

Y este auto-retrato en particular, donde aparece el autor tocado con su sombrero, nos muestra sobre un fondo blanco y neutro la singularidad de una mirada. El azul de la camisa enfría los colores cálidos de la cara y el sombrero.

Esa puerta del fondo, entrevista, cerrada, ofrece una prolongación del espacio hacia la nada. El carácter instantáneo, escénico, del retrato tiene un carácter teatral, subrayado por el sombrero. El sujeto es un sujeto social y público, pero al mismo tiempo aislado en un interior diáfano que parece externo.

El autotexto por su reflexividad enfatiza la subjetividad del sujeto singularizado por sí mismo. El autotexto es espejo de sí mismo.